Por Benjamín Ortiz
La incertidumbre, es decir la falta de certeza sobre el futuro, es un componente del cual ninguna organización o empresa puede declararse libre en tiempos de pandemia. En unos casos, las dudas afectarán a la misma supervivencia del negocio; en otros casos, podría estar relacionada con la necesidad de reducir su tamaño para que los egresos se acomoden a la contracción de los ingresos, lo cual obligará a tomar complejas decisiones que tienen que ver con los colaboradores, proveedores y clientes. Aún en las empresas en las cuales la afectación no sea mayor o el cambio de situación presente oportunidades, será necesario renovar la organización para adaptarla a la nueva realidad.
El entramado de la nueva realidad requiere de una política y de un plan de comunicación para reestructurar la empresa en un ambiente de comprensión y relaciones positivas, por duras que sean las decisiones a tomarse. La comunicación, a su vez, deberá expresar la visión de la empresa sobre su futuro, o sea que la comunicación no podría ser un elemento aislado, sino que requiere sustentarse sobre el plan de gestión empresarial. En otras palabras: antes de comunicar, esclarecer con la mayor precisión posible la situación en el corto plazo (realidad actual), mediano plazo (la empresa en 12 meses) y largo plazo (la empresa cuando se haya restablecido la normalidad).
En función de esa proyección, la empresa deberá plantear sus mensajes como un plan colaborativo para mitigar los efectos adversos y sobrevivir en lo posible con las otras partes interesadas o stakeholders. Los anuncios para enfrentar la pandemia no deberían proponerse ni verse en términos de conflicto con empleados o proveedores sino como un plan realista que responde en la mejor forma posible los efectos de la crisis externa.
Un mensaje semejante necesita transparencia. Será difícil que se acepten contracciones o más aún sacrificios por parte de terceros sin que haya una información suficiente y clara que justifique las decisiones. Naturalmente, esta información incluye los datos sobre el esfuerzo compartido de la empresa con sus partes interesadas. Las explicaciones no requieren de informes minuciosos y complicados, sino evidencia a la que nadie pueda resistir.
Finalmente, el mensaje debería ser esperanzador. El esfuerzo y el cambio podrían entenderse y hasta aceptarse si mostramos que gracias a esas medidas estamos trabajando para tener futuro, un mejor futuro que podamos esperar ojalá con optimismo.