Comunicación en tiempos de pandemia: política, protocolos y voceros

Por Benjamín Ortiz

El trastorno integral que ha provocado la pandemia del COVID 19 en la sociedad y en las empresas, en particular, ha llevado a muchas organizaciones productivas a vivir situaciones críticas de distinta índole, como podrían ser crisis estructurales, cuando está afectada la viabilidad del negocio; las funcionales, al ser imposible mantener la operación con las formas habituales; las de relaciones internas que tienen que ver con puestos de trabajo y remuneraciones; las de relaciones con partes interesadas externas, en cuanto subsiste o está impactada la credibilidad en sus productos o servicios.

Estas situaciones complejas y peligrosas se vuelven más difíciles de gestionar por el generalizado ambiente negativo y pesimista existente: la gente está más dispuesta a creer en los rumores catastróficos, antes que en datos objetivos para enterarse lo que realmente ocurre en esta u otra empresa y organización. Es evidente que esta marea turbia está en buena parte moviéndose en las redes sociales, en las cuales, sin recato ni control, pueden circular falsedades que se reproducen con enorme candor –o con mala fe- por un número ilimitado de devotos del escándalo.

Esta situación obliga a mantener una vigilancia constante de la reputación de la empresa y de la manera como han sido entendidas sus decisiones de cambio y adaptación por sus colaboradores, en el ámbito interno; y por los públicos externos: clientes, proveedores, competencia y en el complejo mundo político, que ahora se encenderá de mil maneras con la campaña electoral, en la que los “defensores del pueblo” saldrán a dar caza a los “malos” para defender a los “buenos” o sea a aquellos de cuya penuria, resentimiento o frustración pretendan cosechar votos.

Es consecuencia, los cambios de las empresas en tiempos de pandemia deben enmarcarse en una política de comunicación bien definida, sustentada en principios que den credibilidad y confianza a sus mensajes; siguiendo protocolos claros de comunicación para remarcar lo positivo, no dar importancia a chispazos negativos y saber contrarrestar la formación de corrientes dañinas, mediante voceros entrenados que manejen mensajes claros y convincentes.