Por Mónica Mora
Las tendencias comunicacionales, como toda actividad social y humana, también han experimentado cambios. Del papel y lápiz, a la máquina de escribir, luego a la computadora y ahora, el manejo de herramientas tecnológicas como el teléfono móvil, motivan a las personas a optimizar tiempos para las relaciones interpersonales y laborales.
Esto no implica modificar nuestras formas de comunicar. Por ejemplo, la presentación de un informe no se limita solo a la exposición de datos, sino también a la correcta utilización de la sintaxis, ortografía y morfología de las palabras, de tal forma que el mensaje sea sencillo, claro y directo.
Con los avances tecnológicos, todo trabajo de oficina requiere el uso de los correos electrónicos y, en casos más puntuales, del teléfono móvil para enviar mensajes que puedan considerarse urgentes, importantes o necesarios.
Es por tal motivo que una de las premisas para una diáfana comunicación escrita es cuidar ciertos detalles porque, debido a la premura, la informalidad también se ha trasladado al ámbito empresarial. Es común observar textos de preguntas en que solo se usa el signo de interrogación al final, cuando nuestro idioma exige de forma correcta su uso también en la apertura de la inquietud (¿?).
El uso de las tildes, de las mayúsculas o de los verbos en tiempo activo son indispensables a la hora de emitir un comunicado, es imposible soslayarlos. La presentación de un escrito con omisiones como estas, afectan la fluidez de la lectura del receptor. En ocasiones se lo considera una falta de respeto.
Lo mismo se aplica respecto a la utilización incorrecta de abreviaturas en palabras que no corresponden, por ejemplo: xq, en lugar de por qué; k, en lugar de qué; o la omisión de la h solo “por ahorrar tiempo de escritura”.
Estos y otros ejemplos son los desafíos que debemos corregir. La imagen personal e institucional debe prevalecer y una de las aristas es la escritura clara, precisa y coherente. La gramática española también es dinámica, por lo tanto, actualizarse es parte de nuestra responsabilidad profesional.