Por Bernarda Ortiz
Según Forbes, “las startups son empresas jóvenes fundadas para desarrollar un producto o servicio único, llevarlo al mercado y hacerlo irresistible e insustituible para los clientes”. Las startups son innovadoras, abordan las deficiencias o debilidades de los productos o servicios existentes, incluso crean categorías, lo que las hace en muchos casos disruptoras. Esto naturalmente significa mucha presión para que los empleados mantengan el ritmo.
Las startups se caracterizan también por su acelerado crecimiento y este es quizá el más grande reto de sus líderes al momento de pensar en una estrategia de comunicación interna. En poco tiempo los equipos pasan de cinco a 50 personas y luego a 500 empleados; y las empresas pasan en menos de un año, de operar en un país a operar en tres o más.
Si los equipos están sincronizados, si hay diálogo entre las áreas, si cada uno entiende el papel que desempeña, la comunicación interna fluye. Sin embargo, si los canales de comunicación interna no funcionan, si los mensajes y objetivos no son claros, si no hay espacio para la retroalimentación, esto tendrá un impacto negativo en los equipos, lo que puede implicar perder a los mejores talentos.
Todas las empresas, startups o no, necesitan una estrategia de comunicación interna. Es mejor arrancar cuando son 20 empleados y no esperar a que sean 200, ya que los retos se multiplican y los malos hábitos de comunicación ya están arraigados en la cultura corporativa.