Por Mayli Rosas
En noviembre de 2022, Balenciaga armó un revuelo con su campaña para la colección 'Balenciaga Objects', basada en anuncios que mostraban a niños sosteniendo osos de peluche vestidos con lo que parecía ser ropa de bondage. La marca de lujo fue acusada de sexualizar a los menores.
Como rechazo a su campaña, los usuarios en redes sociales aplicaron la famosa “cultura de cancelación”, que es la práctica de retirar el apoyo a una persona o marca en función de sus opiniones o acciones, cuando se considera que van en contra de los valores propios. En poco tiempo se viralizaron los hashtags #balenciagagate, #CancelBalenciaga o #BoycottBalenciaga. La marca de moda se vio obligada a pedir disculpas y a retirar la campaña, aunque se demoró en reconocer su error.
La “cultura de cancelación” es el comienzo de una batalla duradera para mantener o remodelar las narrativas, cuyas implicaciones se ven reflejadas en la reputación de las marcas.
Tras una crisis como esta, las marcas se pueden recuperar pero el impacto en su imagen puede ser considerable. Según la agencia TrendSights, especializada en Inteligencia Artificial y Marketing, que hizo un monitoreo de las menciones en español de la marca en España, Argentina, México, Chile y Colombia, entre el 21 y 30 de noviembre de 2022, de un total de 4,800 menciones, 72.3% de ellas fueron negativas y un 23% neutras.
No solo la marca se vio afectada, famosas embajadoras de Balenciaga también fueron cuestionadas. ¿Qué nos enseña esta crisis? A prevenir, reforzando los filtros de aprobación de las campañas, a reconocer los errores oportunamente y a monitorear constantemente las redes sociales.