Por Pedro Maldonado
Una fusión empresarial, la venta de la compañía, la salida de un alto ejecutivo y la llegada de uno nuevo o la ejecución de una nueva estrategia comercial. Estos y otros grandes cambios dentro de toda organización tienen que comunicarse rápido, antes de que los rumores corran y los ánimos al interior de los equipos de trabajo se vean afectados.
Suele ocurrir que cuando está por llegar un gran cambio en una empresa, la alta directiva prefiere mantener un silencio temporal y que la información se maneje de manera reservada. Esta decisión puede ser un error porque muchas veces esa información se filtra y llega a los colaboradores generando una serie de desinformaciones, murmullos e incertidumbre, que pueden terminar perjudicando a la organización en varios sentidos.
Esos efectos no deseados pueden ser variados: desde los llamados chismes de pasillo, pasando por inestabilidad en los procesos y llegando incluso a una disminución en la productividad con un impacto negativo en los números de la empresa.
La situación puede complicarse cuando esa información, sea cierta o no, trasciende las fronteras de la empresa y llega al mercado o a la competencia. En este punto estamos hablando de una crisis que tendrá efectos difíciles de predecir.
Por eso, comunicar los grandes cambios que se viven al interior de una organización es vital. Allí las claves son: contar con un plan de comunicación interna adecuado, ser transparentes siempre con todos los colaboradores e informar lo que se tenga que informar a tiempo y con las palabras precisas. De esta manera se evitarán posibles crisis con graves consecuencias que pueden extenderse en el tiempo.