Por Benjamín Ortiz
Los cambios que ha impuesto la pandemia del Covid 19 en todos los ámbitos de la sociedad repercuten de manera especial en las empresas y organizaciones, que laboran con grupos humanos internos y externos, en el marco de una compleja red de estructuras económicas, sociales, políticas.
El impacto económico es muy grande por la reducción general de la economía en términos que nadie pudo haber imaginado y la consecuente contracción de ingresos para las empresas. El desafío para las organizaciones es lograr la supervivencia para superar este período cuya duración es indeterminada, pero que nadie piensa que será de menos de un año, los más escépticos creen podría durar más de tres.
El número de colaboradores es probable que sea necesario reducir y si tal cosa no ocurriera de seguro que será necesario contraer los salarios; además, la baja de la demanda presionará para la reducción de precios.
Las formas y lugares en donde realizar las actividades están configurándose de manera distinta por el confinamiento, los horarios de distribución y servicios deben acomodarse a las normas generales establecidas por las autoridades; la relación con los proveedores y clientes cambian igualmente.
Una situación de total transformación como la que vivimos demanda estrategias de comunicación adecuadas. Cada uno de los cambios mencionados, y muchos más que en cada caso habrá que añadir, podrían ser bien o mal recibidos. Ello dependerá no solo del contenido del mensaje, sino de su formulación, del momento escogido para difundirlo, del medio empleado, de la credibilidad del vocero, de que sea visto como una imposición autoritaria o la respuesta a una necesidad enmarcada en el bien común.
Cambio y comunicación se están dando en un mundo digital, que requiere especialistas en la materia, al haberse reducido al mínimo la interacción física de las personas y excluido la posibilidad de reuniones multitudinarias para evitar la multiplicación de las infecciones.
Los cambios a los que se ven abocadas las empresas se estrellan además con una estructura legal obsoleta, especialmente en el campo laboral y con nuevas imposiciones económicas inevitables frente a la dimensión de la emergencia.
La viabilidad de los cambios, la protección de las marcas, la permanencia de la reputación de la empresa y evitar conflictos innecesarios dependerán en buena medida de estrategias de comunicación que si alguna vez fueron una parte de la gestión empresarial, ahora se han vuelto un recurso indispensable, que será necesario formular con objetividad y conocimiento.