Por Bernarda Ortiz
Los profesionales de las relaciones públicas somos, en esencia, asesores de nuestros clientes para guiarlos en su comunicación: ¿qué decir?, ¿cuándo decirlo?, ¿cómo decirlo? Somos un vínculo ideal entre la empresa y los periodistas, para que estos accedan a información que de otra manera no podrían conocer, pero también podríamos ser vistos como un estorbo por los medios al momento de intentar que alguien diga más de lo que en realidad debe o quiere decir.
LO BUENO
Temas interesantes e inmediatez: conocemos la presión por temas y los tiempos vertiginosos de las salas de redacción. Por ello procuramos proponer asuntos de real interés para la comunidad. Además nos esforzamos por cumplir los plazos de los periodistas (a veces de horas), para que puedan publicar sus reportajes a tiempo.
Facilidad de acceso: las empresas pueden ser burocráticas, los periodistas saben que si nos llaman llegaremos a quienes tienen la información, así les ahorramos tiempo, algo que nos les sobra.
LO MALO
Agendas: no siempre los objetivos de la compañía coinciden con los de la prensa, esto hace que los periodistas puedan sentirse frustrados cuando buscan información a través de un RP.
Saturación: el periodista recibe a diario decenas de mails con boletines de prensa sobre empresas, por ello hay que enviarle información de interés para sus lectores.
LO FEO
Mesura: los relacionistas públicos y los voceros bien capacitados son escrupulosos con sus palabras. Un periodista puede sentir que le dicen algo pero que no le dicen todo.
Información o pauta: con la Ley de Comunicación, muchas noticias positivas de las empresas pueden tomarse como publicidad, cuando en realidad son información de productos o servicios que al público le interesa conocer.