Por Pedro Maldonado
En una organización es común pensar que solo los gerentes o altos ejecutivos son los voceros o las personas que tienen que salir ante una cámara o un micrófono para enviar un mensaje o dar una declaración. Pero esto no es así.
Hoy en día cualquier miembro de una empresa puede ser el rostro o la voz de la institución en la que colabora. Por ejemplo, a la hora de explicar un proceso o al grabar un video para comunicación interna, cualquier persona de la organización pasa a ser un vocero. Y eso obliga a que esté preparada, que sepa expresarse bien. De esta manera genera confianza y puede transmitir de manera clara un concepto o una idea.
Suele pasar que existen personas muy buenas para escribir, pero no tanto para hablar, y viceversa. En los tiempos que corren, con el auge de las redes sociales con sus reels y tiktoks, nos encontramos con personas que no tienen problema para salir ante una cámara, hablar con convicción y hasta bailar sin ningún temor. Pero también están quienes al ver una cámara se bloquean o se avergüenzan y no pueden comunicar.
Estas maneras de enfrentar una cámara o un micrófono no son detalles menores a la hora de hacer comunicación externa o interna, según sea el caso. Es fundamental que a la hora de enviar mensajes los responsables de comunicación de una empresa tengan identificados a los colaboradores que tienen esas destrezas para que sean voceros ante los compañeros o ante públicos externos.
Un mensaje bien transmitido muestra que la persona y sobretodo la institución saben de lo que están hablando. Y eso ayuda a crear una buena reputación.