Según un estudio Albert Mehrabian, de la Universidad de California, apenas un 7% de nuestra comunicación es verbal (palabras que usamos), 38% vocal (tonos, pausas) y 55% no verbal (lenguaje corporal, apariencia).
Si tenemos en cuenta esta premisa, debemos entender que si bien, para una presentación en público es importante prepararnos para saber qué decir y cómo lo vamos a hacer, no podemos dejar de lado nuestra apariencia.
El saber vestir para la ocasión juega un rol importante para reforzar nuestra comunicación. Al momento de elegir qué usar, siempre hay que tener en cuenta el público al que nos vamos a dirigir, el contexto del encuentro y el lugar.
Recomendaciones
1. Contexto: es importante hacer un alto para pensar en nuestra audiencia y buscar estar a tono de lo que lo que requiere el evento. Si se trata de un encuentro con autoridades, lo recomendable sería vestir elegante. Por lo contrario, si se trata de una reunión con colaboradores en el campo, lo aconsejable sería llevar un atuendo más casual, no tan rígido, algo que nos acerque a nuestra audiencia.
2. Simplicidad: es recomendable evitar el uso de ropa sobrecargada o muy llamativa, así como el llevar accesorios en exceso. De esta manera evitamos generar distracción y logramos captar el interés del público en lo que realmente nos interesa, el mensaje.
3. Comodidad: por más que parezca una obviedad, el usar ropa con la que nos sintamos cómodos, ayudará a que nuestro lenguaje corporal exprese frescura y seguridad.
La vestimenta y los colores
Negro: es conocido por su elegancia y sobriedad. Desde el punto de vista de la comunicación, el negro transmite solidez, determinación y carácter. Es recomendable acompañarlo con algún accesorio que genere contraste y suele usarse para ocasiones formales.
Blanco: es un color versátil, fácil de combinar. Está asociado culturalmente con la honestidad, pulcritud, tranquilidad y elegancia. Este puede ser el acompañante perfecto para atuendos de colores que expresen fuerza y estabilidad como el negro o el azul marino. Comúnmente lo vemos en camisas o blusas.
Azul marino: suele vincularse con atributos mayormente positivos como la serenidad, la responsabilidad, la seguridad y la cordialidad. Inconscientemente invita a la calma y al trato amable. No es casualidad que clínicas, hospitales y agencias de seguros utilicen en su línea gráfica la combinación de azul marino y blanco.
Rojo: es un color llamativo, que despierta interés. Está inconscientemente asociado con la autoridad, la vitalidad, la agresividad y la sensualidad. Por lo general es usado en accesorios como en corbatas en los hombres y en mujeres en pendientes, pulseras o tacos, así como en pantalones, faldas y labiales, y no tanto así en atuendos enteramente rojos por el impacto que genera.