Por Pedro Maldonado
El vocero es el rostro y la voz de una organización. Esta persona debe conocer al derecho y al revés los procesos, los objetivos, el mercado, las relaciones con la comunidad. También sabe bien la situación financiera de la empresa y los planes futuros.
Además es el enlace con las autoridades y los medios de comunicación. Su rol es vital para cualquier organización, más ahora en los tiempos en los que la información fluye por los canales tradicionales y digitales. Por lo general el vocero tiene un don natural para comunicar, es carismático y genera confianza.
¿Pero qué ocurre cuando la persona asignada para ese rol no desea asumir esa tarea? La pregunta surge porque en ocasiones un alto ejecutivo o el fundador de una empresa puede sentirse incómodo ejerciendo la vocería. Muchas veces ocurre porque le cuesta hablar en público, otras veces no se siente capaz de transmitir las ideas o porque tiene algún conflicto dentro de la organización que le impide cumplir el rol de vocero.
Ante esta situación existen algunas recomendaciones: la primera es contar siempre con dos o tres personas más. Esto ayuda en casos de ausencias temporales o ante la salida de una de estas personas de la organización.
Una segunda sugerencia es entrenar o preparar con frecuencia a aquellos colaboradores que están puestos la camiseta y que conocen bien la empresa. El llamado ‘media training’ es la herramienta básica para que esas personas puedan hablar ante distintos públicos, en especial ante los medios de comunicación.
Y una última sugerencia es hacia el interior de la organización y tiene que ver con posibles conflictos internos. Ante esta situación la recomendación es dialogar de manera franca con la persona para saber las razones por las que evita cumplir el rol de vocero.
Todo sea por la buena imagen de una organización.