Por Mónica Mora
La digitalización, muy presente en la cotidianidad, se ha convertido en un eficaz instrumento que desplaza de forma lenta, pero irreversible, al papel. Las páginas ya no se voltean, ahora se deslizan con tan solo un movimiento del dedo.
Un estudio realizado por el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLALC) sugiere que “el contenido de audio y video en línea está en crecimiento y las imágenes fijas y en movimiento reciben más atención que sus contrapartes escritas”. Esto determina que, en efecto, los nuevos lectores están más compenetrados y con interés en los contenidos audiovisuales, dejando poco a poco ese material en segmentos considerados “nostálgicos”, antes que continuar con el uso de libros o periódicos impresos.
Otro estudio sostiene que a principios del siglo XXI se registró un notable crecimiento en la lectura no impresa, debido a la llegada de las redes sociales, principalmente Twitter y Facebook. En 2017, al menos una tercera parte de la población ya utilizaba estas plataformas digitales, conocidos en la actualidad como medios de información instantánea.
Esto no significa que la lectoría haya disminuido, sino que las herramientas utilizadas para el efecto son las que han cambiado, a esto añadimos otro elemento: las plataformas digitales optan por las frases cortas, directas y sencillas a las que, por lo general, se insertan contenidos de audio y video.