Por: Daniel Moreano
Como consumidores de contenidos digitales estamos acostumbrados a ver una imagen parecida a esta:
Seamos sinceros, ¿cuál es nuestro primer instinto al ver esta imagen?
Sí, así es, queremos dar click en skip (saltar la publicidad). Por lo menos es lo que la mayoría de nosotros haría cuando nos encontramos con este tipo de publicidades que interrumpen el contenido al que queremos acceder.
Y es precisamente aquí donde radica el valor fundamental de aquello que se conoce como Marketing de Contenidos, en que la publicidad cada vez se mira menos, y sobre todo, el usuario la percibe como invasiva, generando rechazo.
Esta realidad plantea un desafío para las marcas y empresas al momento de pensar en su gestión de RRSS, pues su posicionamiento ya no se sustenta en el producto o servicio, sino en lo que se ofrece a una comunidad online. Es decir, el posicionamiento se sustentará en lo que mi comunidad quiere, siente, le gusta y le disgusta.
El desafío consiste, ante todo, en un cambio de chip en la manera en la que las marcas se miran a sí mismas. Porque ahora, además de ofrecer sus servicios o productos, deben convertirse en empresas de entretenimiento.
Lejos de ver a Hollywood como referencia, de lo que se trata es de fundamentar el marketing a través de los contenidos que interesan y que son consumidos por las audiencias. Dicho de otro modo, aprovechar el humor, la ironía, el sarcasmo, las historias humanas…los concursos, los tips, los videos, los diseños, los podcast para posicionar los valores de la marca (principalmente), así como servicios o productos.
A la larga, el Marketing de Contenidos dice que debo decir qué soy y qué hago, al mismo tiempo que entretengo –entrego contenido de valor- a mi audiencia, y fuera del formato de publicidad que usualmente resulta invasivo para los usuarios.
El reto es entonces, para todos, ya no mirarnos como una marca que fabrica zapatos, que vende caramelos u ofrece servicios legales…sino como una marca/empresa que debe entretener/seducir a su comunidad digital, para luego fidelizarla y convertirla en el principal activo de nuestra reputación.